Estas plantas de biogás requieren una buena separación del residuo en fuente (antes de depositarse en la planta) para que llegue lo más limpio posible a ellas, siendo el % de materia orgánica de más del 90%. No es viable que se depositen en la planta restos orgánicos mezclados con electrodomésticos, muebles, cantidades de vidrios importantes, restos de construcción, etcétera, lo cual produciría paradas no deseadas en el proceso y, por tanto, una baja eficiencia y rentabilidad.
La fermentación producida de manera controlada en los biodigestores produce un biogás con alto contenido en metano (CH4), el cual puede ser utilizado para alimentar motores de cogeneración que generen electricidad y calor, o bien se puede tratar el biogás para ser usado como gas natural en la industria, viviendas o en vehículos.
En principio es válida cualquier materia orgánica proveniente de residuos sólidos urbanos, restos vegetales, restos de animales, escrementos y purines, etcétera, aunque existen compuestos que inhiben el proceso de fermentación y, por lo tanto, no es recomendable su uso. Será el estudio de eiabilidad el que determinará la formulación necesaria e idónea.
El ciclo completo del proceso finaliza con la obtención de un fertilizante orgánico (digestato).
Este tipo de instalaciones permiten obtener rentabilidad económica con la venta de energía eléctrica, energía térmica, gas natural y venta de fertilizantes orgánicos.
En nuestra opinión, se trata de una solución medioambiental que se acerca a la perfección, ya que consigue tratar residuos al comienzo del proceso para obtener diferentes formas de energía y rentabilidad económica, así como una eliminación casi total de la contaminación por gases de efecto invernadero que hubieran producido los residuos orgánicos, además de conseguir una disminución de más del 50% del tamaño requerido en los vertederos (botaderos).